¡Detente!

Porque un niño maltratado, además de vivir en una pesadilla, que no acaba con el amanecer, vive en la más absoluta soledad, se siente abandonado, roto, diferente.

Contando mi historia, completamente real, no pretendo ni puedo dar la solución ni las respuestas, porque no las tengo, solo quiero hacer oir mi voz, y a través de mí la de aquellos que sufen y son maltratados día a día, que ven cómo el mundo gira a su alrededor sin fijarse en ellos, en su dolor.

A ellos les digo… que yo no solo oigo, también escucho; no solo miro, yo os veo.

LEIZA G. – PALABRAS DE UNA ESCRITORA

La editorial

Es difícil no moverse de la silla cuando lo que te rodea, de repente y sin pedir permisos, es un huracán emocional, sentimental, afectivo… demasiado humano. En algún lugar he leído que la diferencia entre una persona y un insecto, por ejemplo, es que el segundo no puede llegar a ser más o menos insecto a lo largo de su vida, pero sin embargo la persona sí puede humanizarse o deshumanizarse a través de ese transcurso.

¿Cómo puede convivir en una misma persona una experiencia vital tan dura a la vez que una integridad y una madurez tan serena? Ante esta historia real de malos tratos infantiles, ¿cómo su protagonista, la persona real que los sufrió, logra dirigir sus impulsos internos hacia la recuperación y la superación de sí misma y por encima de las experiencias crueles?

Cuando se escucha a Leiza, a través de estas páginas, se está dando voz a millones de silencios anónimos que nos rodean a diario, mucho más cerca de lo que podemos pensar. Quizá este libro nos ayude a saber mirar y escuchar, a plantearnos si no pudimos hacer nada más.