¿Al guna vez has contando cosas muy personales a un trozo de papel para luego esconderlo? O quizás, ¿has escrito algo y luego lo has roto para asegurarte de que esa parte tuya que has liberado está siempre a salvo? O yendo más lejos… ¿alguna vez has escrito un diario?

Yo recuerdo que de pequeña tenía un diario de páginas de colores, que además estaban perfumadas, en el que me encantaba contarme a mí misma las cosas del colegio, de mi casa y de mis amiguitas. Apenas escribía unas líneas al día o incluso, a veces, no escribía nada; simplemente lo abría por el placer de releerlo y porque eso también significaba que iba tener que cerrarlo.  No había nada que me gustara más en este mundo que el sonido del candado, cuando giraba la llave, y el clic me decía que ya podía respirar tranquila, porque fuera lo que fuera lo que hubiera escrito nadie jamás lo vería. Ya podía irme a merendar tranquila, sabiendo que mis palabras y sentimientos de niña estaban resguardados.

Ahora, con treinta y tres años, me gustaría volver al pasado y explicarle a esa niña que se acabó lo del candado. 

Muchos de vosotros ya sabéis que hice un viaje que me cambió la vida. Y decidí contarlo porque descubrí que había una manera de viajar que podía causar importantes transformaciones y mejoras en la existencia de las personas. Para poder contar ese viaje, tenía que volver a abrir el diario. 

Reconozco que la idea de reencontrarme con mi diario me tenía loca de contenta, aunque el Word no me ofreciera páginas de colores y aroma de perfume. ¡Pero qué más daba!, lo importante era sacar todo aquello que había vivido durante ese viaje para ofrecérselo a aquellos que realmente quisieran viajar de verdad. Y así lo hice. Durante nueve meses me entregué a una escritura devota, escudriñando, exprimiendo cada gota de lo que sucedió en ese periplo por Europa.

Diario de vida y sueños. Isabel Palacios Puerta. Editorial Hebras de tinta

Y os aseguro que terminé exhausta. Escribirlo fue más duro que vivirlo. No sé qué sucede con el acto de escribir, pero si tú alguna vez lo has hecho, sabrás que cuando escribes con el corazón en la mano se te remueven todas las tripas y con ellas los sentimientos, tanto los que sabes que tienes como los que no sabes que tienes. Y luego, además, tienes que leerlo.  Precisamente es ahí donde te das cuenta de que pasa algo mágico. Resulta que eso que has escrito, que has vivido, que has experimentado con tus propias carnes… ya no es tuyo. No te ha pasado a ti, has dejado de ser tú para ser el personaje que, para quien lo lee, es tan real como tú. Pero, amiga… eso ya no te pertenece.

Por eso no me sorprenden cuando me llegan comentarios que me dicen: Me encantó cuando hiciste eso, o dijiste aquello… ¿De verdad?, pienso para mis adentros. Pero sí, si lo puse por escrito, es que fue así.

Por eso amigos y amigas, una vez que he decidido superar la barrera de la vergüenza, del qué dirán, del no sé si lo entenderán: ¡te presento mi diario! No necesitas llave para abrirlo porque ya no tiene candado.

En el momento que esté en tus manos será más tuyo que mío y tú decidirás si quitas tus propios candados para abrirte a la experiencia de viajar… como nadie te ha contado.

ISABEL PALACIOS PUERTA es una gran escritora, capaz de trasladarte a través de una línea hasta espacios emocionales increíbles. Su primera novela, DIARIO DE VIDA Y SUEÑOS (editorial Hebras de Tinta) tiene un halo de experiencia y sinceridad muy poco habituales. Ponte en contacto con ella si quieres conocer más de cerca su obra y a ella misma.