Hoy vamos a hablar de las diferentes formas que puede adquirir la fuente de letra que usemos cuando escribimos un manuscrito o, si lo publicamos, que adquirirá en la maqueta de impresión.

La diversidad de formas que puede tener la letra depende, básicamente, de los siguientes factores:

1.- Por su altura: mayúscula, minúscula y versalita.

2.- Por su inclinación: redonda y cursiva.

3.- Por el tipo de trazo: fina, normal y negrita.

4.- Por su posición en la línea: normal, superíndice y subíndice.

De todas estas posibilidades de uso, nos vamos a centrar en los tres más utilizados por los escritores:

LA LETRA REDONDA

Se trata del uso neutro más utilizado. De hecho, se puede decir que es el modo en que se escribe por defecto. Eso sí, no sin que llegue a albergar algunas dudas:

  • ¿Los nombres propios en lengua extranjera se escriben en redonda o en cursiva? (sí)
  • ¿Y las entidades y nombres de organismos oficiales, nacionales o extranjeros? (sí)
  • ¿Y aquellas expresiones que se escriben entre comillas? (sí)
  • ¿Y las palabras extranjeras que tienen pleno acomodo en nuestra lengua? (sí)

LA LETRA NEGRITA

Es la más visible por su trazo y se usa para destacar una palabra o expresión con la intención de que sea detectada de un solo vistazo. También se utiliza para escribir los títulos, subtítulos o apéndices.

Sin embargo, en ocasiones el escritor hace tal abuso de la negrita que no destaca nada, pues una enorme parte del texto está en negrita, perdiendo esta su sentido.

LA LETRA CURSIVA

El uso de la cursiva tiene dos usos fundamentales en español:

  • Para señalar el carácter especial de una palabra, fragmento que queramos destacar.
  • Para delimitar una cita o una denominación externa dentro de nuestro propio texto.

En cualquier caso, es un error usar letra versátil y comillas a la vez (sería una redundancia o abuso de dos elementos gráficos que señalan lo mismo).

Hasta aquí este pequeño resumen de cómo utilizar diferentes estilos en las fuentes de letra. ¿Conocías estos estilos?