Fragmento de «Transeúntes. Conjuros en Kundere», de Jean de Dieu Madangi

(Cuando se encienden de nuevo las luces, suena la música de Zaka za bandumba. Ambiente de 1706. Entran el rey Dangada y la reina Sabini. El rey está muy pensativo y visiblemente preocupado. La reina trata de consolarle.)

DANGADA: ¿Te lo puedes creer, Sabini? La situación es ya de por sí muy tensa, con luchas internas por mi sucesión, guerras fratricidas, saqueos, incendios… El caos asola toda la provincia de Mbanza-Kongo, el Saô Salvador para los portugueses. Y va esa lagartija de Kimpa y la lía, empeora todo con sus diatribas, con sus profecías y devociones a santos. Te digo yo
que los misioneros capuchinos la han embrujado. La han embrujado y la llevan de cabeza desde que llegaron a este reino, hace ya doce años, ¡doce! Es la gran oportunidad de asegurar a los habitantes de Mbanza-Kongo la salvación eterna, dicen, los
muy listos. Pero los métodos que utilizan chocan frontalmente con las costumbres de este pueblo, lo que provoca serias tensiones entre la población local. ¿Qué hago, Sabini, qué hago?

SABINI: Déjalo estar, Danga, déjalo y cálmate. Con los dos años de intensa preparación al bautismo, a la pobre se le ha subido a la cabeza eso de la santidad y de la virginidad. Pero ¿cómo va a ser virgen si acaba de parir un hijo y tiene otro más? ¡Entonces mi madre también sería virgen y yo misma, una virgen natural! ¡Chúpate esa mandarina…! Cálmate, hombre, tranquilízate, se le pasará todo cuando se despierte, está soñando.