Mari Creu Royo García es educadora con personas de capacidad diferente. Además, es educadora emocional para adultos y autora, junto a Antonia Molero, de tres cuentos infantiles ilustrados publicados en la editorial Hebras de Tinta.
El 15 de febrero es el día internacional de la lucha contra el cáncer. El 15 de febrero es un buen momento para parar y reflexionar unos momentos.
Tú, yo y los demás nos entrelazamos en una conciencia colectiva donde; una conciencia en la que estar, ser y contribuir nos une con una luz potente, invisible y generosa. Una luz que tiene forma de estrella en el firmamento, que la visualizamos como constelaciones en el fondo infinito de un azul oscuro…
Pero… esperad… sintamos por un momento nuestra respiración, cerremos los ojos y relajemos nuestro cuerpo… Esa luz no está fuera, la tenemos dentro de cada uno de nosotros, vibrando armónicamente al mismo tiempo: mi luz, tu luz, nuestra luz.
Dormida en algunas ocasiones, ausente en otras y quizá olvidada o escondida en un rincón, llama a la puerta de nuestros corazones para salir con dulzura en estos días, donde la solidaridad es una oportunidad para crecer, para brillar y para unirnos.
El cáncer nos provoca, nos sacude, nos balancea desde la más negra tristeza hasta la dorada esperanza, pasando por la verde pregunta: ¿y yo qué puedo hacer? Podemos balancearnos en nuestra zona cómoda, pensando que es la lucha de otros, o podemos despertar nuestro reloj emocional y sentir empatía por quien sufre esta enfermedad.
Un reloj emocional que no toca las horas, ni los minutos, ni tan solo los segundos.
Un reloj emocional que toca las emociones: la tristeza, la alegría, el enojo y la esperanza.
Alegría y tristeza ocupan un lugar central. La tristeza da vueltas hasta encontrar la alegría. Tristeza por la pérdida de la salud, de la vida, de todo lo que podría haber sido y no fue. La alegría agradece con sencillez los momentos vividos, los recuerdos eternos…
El enojo en un lateral del reloj, y la esperanza en el otro, hacen de su tic-tac un pulso a la vida.
Pero… atención… ¡el amor es el reloj!
Un reloj que está sincronizado marcando la misma hora, la hora de ser generosos y sumar luces a las sombras, de brillar, no en el firmamento, si no en nuestro interior, formando constelaciones colectivas visibles en nuestras acciones para contribuir en las diferentes campañas y proyectos en la lucha contra el cáncer.
El día 15, y el otro y el otro… sin edad, sin límites, sin calendario.
Un abrazo de luz.
Antonia tiene todos los espacios entre cuerdas llenos de amor infinito. Por eso siempre le queda para regalar.