El escritor RAMÓN RODIL GAVALA es un maestro del matiz humano tamizado en el arte literario del relato. MI PRIMERA VEZ es su segundo título de este género autopublicado en nuestra editorial. A continuación os dejamos la entrevista que nuestro escritor ha realizado para ELESCRITORES.ES
¿Cómo nace tu vena escritora?
De casualidad. Hace 9 años les prometí a mis hijos escribir un libro recopilando los relatos descriptivos de la vida en los pueblos que tanta gracia les hacían. Durante nuestras vacaciones o en los puentes cuando solíamos ir a casas rurales, les contaba historias descriptivas de cómo se vive en los pueblos, algunas de las casas rurales estaban en el centro del pueblo y les extrañaban las relaciones y las costumbres de los lugareños, tan alejadas para los vecinos de las grandes ciudades. Tanto les gustó que les prometí que se las escribiría en un libro. El tipo de promesa que hacen los padres a sus hijos sin ninguna voluntad real por cumplir su palabra. Pues mira, de pronto esa situación tuvo lugar.
Hace casi cinco años, un episodio complicado, disruptivo y brusco se vivió en mi familia. De alguna manera supuso una catarsis con varias interpretaciones según la visión de cada uno sin que llegáramos todos a una opinión común. Me decidí a escribir en un documento la recopilación de los hechos, el documento creció hasta hacerse del tamaño de un pequeño libro que edité en una imprenta con una tirada muy corta que repartí entre la familia con el compromiso de mantener lo ocurrido en la más estricta intimidad. Esa experiencia me sirvió de rampa creativa y me animó a cumplir mi palabra dada. Comencé a escribir lo que terminó siendo mi primer libro “El palomar” un libro de relatos costumbristas donde describo desde el punto de vista de un habitante de Madrid cómo se vive en un pueblo. El libro es un viaje en el tiempo varios lustros atrás viajando solo una o dos horas desde Madrid. El libro publicado en la Editorial Hebras de Tinta salió gracias al trabajo y al apoyo de Paco Melero, su editor y dueño de la editorial quien me ayudó a pulir mis defectos de principiante. Lo mejor del libro, sin duda, el dibujo de la cubierta que diseñó mi hijo Carlos demostrando su vena artística y que repitió en mi segundo libro, La última cena.
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